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El balance del 2020 de la maquinaria agrícola es positivo




“El hecho de que la labor productiva de la maquinaria agrícola fuera declarada esencial representó un beneficio para el sector, porque si bien hubo un parate breve al principio, en abril se empezó a trabajar y la actividad nunca se detuvo”, indicó Néstor Cestari, presidente de la Cámara Argentina de la Maquinaria Agrícola (CAFMA) a modo de balance de un año particular.

Con un protocolo elaborado en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Productivo, el Ministerio de Salud y el sindicato de metalúrgicos, las fábricas no detuvieron su actividad y no se registró ningún caso positivo a lo largo de todo el período de aislamiento preventivo y obligatorio.


Las ventas para el mercado interno fueron creciendo y, según señalan desde CAFMA, desde marzo en adelante se vivió un primer trimestre neutro, en el segundo trimestre ya hubo un incremento del 6% o 7% y ya en el tercer trimestre, las cifras de ventas subieron más del 20%.

Así, la estimación para 2020 es de una suba de entre 25-30% respecto de 2019. “Hay que considerar que en estas cifras están contempladas las ventas comprometidas hasta marzo/abril de 2021, ya que muchas fábricas están trabajando con pedidos para el primer semestre del año que viene”, aclaró el directivo.


Cestari también destacó las dificultades para el mercado externo que significó la suspensión de las principales exposiciones nacionales e internacionales. “Para impulsar la exportación de maquinaria agrícola, el fabricante necesita establecer contacto directo con el distribuidor, con el cliente en el exterior. No es un commodity, se requiere estar con el productor, mostrarle los avances técnicos que se lograron, las diferencias con respecto a productos anteriores, e incentivarlo con alguna forma de pago”, sentenció.


Esas muestras, agregó, son captadoras de nuevos clientes y, además, fidelizan a los clientes existentes. “Este año hemos trabajado en conjunto con Cancillería, que nos facilitó reuniones con embajadas como Egipto, Marruecos, Noruega, Bulgaria, Ecuador, y Colombia, entre otras”, dijo Cestari y resaltó el apoyo de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, quienes estipularon reuniones con agregados comerciales de diversos países, “lo cual es muy importante para el comercio exterior argentino”.


Por otra parte, la CAFMA realizó este año un Taller de Internacionalización de la Maquinaria Agrícola donde los asociados pudieron participar de un proyecto de exportación conjunto para todo el sector con varios puntos a trabajar a futuro, como el diseño de una marca para la maquinaria argentina y estrategias para captar nuevos mercados.


CAA, un “hito”


Otro hito de 2020 fue la adhesión de CAFMA al Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), junto con más de 50 entidades del sector agroindustrial del país, con el objetivo de alcanzar los U$S 100.000 millones anuales de exportación y generar 700.000 empleos adicionales tanto en las ciudades como en el interior del país, generando inclusión social y desarrollo.

“La maquinaria agrícola es una de las cadenas de valor que ya tiene experiencia exportadora, y que generó su mayor ingreso de divisas en 2012 con la exportación de U$S 250 millones, en rubros como cosechadoras, tractores, sembradoras y herramientas”, señaló Cestari, quien se mostró optimista en el camino de retomar los mercados para alcanzar esas ventas históricas.


Créditos, fundamental


El presidente de la CAFMA resaltó la importancia de contar con convenios con bancos corresponsales para poder exportar maquinaria agrícola a diversos destinos, ya que es el modo en que se financian las compras de un bien de capital de esta magnitud en cualquier lugar del mundo. “Al no contar con esa herramienta financiera, nuestros fabricantes corren con desventaja competitiva con otras ofertas. Nadie discute la tecnología de nuestra maquinaria, pero a la hora de pagar un equipo, también se pone en la balanza la posibilidad de financiarlo”, marcó Cestari.


La misma regla vale para el mercado interno, dijo. “Si el productor tiene una buena cosecha y el precio sube en el activo, con la disponibilidad de créditos se lo incentiva para invertir en bienes de capital que le permiten mejorar su infraestructura. A la maquinaria agrícola la adquiere con créditos, porque además tiene muchos gastos de siembra, insumos, movimientos, que normalmente se hacen con un pago inmediato”. Desde la CAFMA hace años se pide por ayuda crediticia para el productor y el contratista, sin olvidar que es necesaria también una segunda línea para la industria. “Los fabricantes necesitan ampliar sus plantas, tecnificarse mejor, mejorar sus procesos. Es fundamental contar con ofertas de financiación accesibles.”, recordó Cestari.


Ley de Maquinaria Agrícola


El proyecto de Ley de Maquinaria Agrícola, dijo CAFMA, es de gran importancia para los fabricantes argentinos y desde la entidad se está trabajando en conjunto con los tres gobernadores de las provincias donde están radicadas las industrias: Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.

La definición de producto nacional, contemplada en el proyecto, es el punto de partida para ciertas diferenciaciones en materia financiera e impositiva. “Pedimos un sistema espejo, como tiene Brasil o como tiene todo el mundo, donde a la máquina nacional se le dan ciertos beneficios que no se le dan a la máquina importada. Por ejemplo, reintegros y créditos de la banca nacional. Si no te instalás en Brasil no podés vender”, explicó Cestari, “En Argentina los bancos nacionales le dan créditos a las máquinas importadas. El sistema que tiene Brasil es 60/40: integran 60% en el país y pueden importar 40% y si no lo pueden producir en el país, lo compran en el país a un productor nacional pero siempre el 60% es nacional. Es lo que le exige Brasil para declararlo producto nacional en Brasil y para acogerse a las ventajas. Eso es lo que pedimos y pretendemos para proteger a la industria nacional, para tener las mismas herramientas para luchar, no solamente para cuando ellos ingresan al país sino para cuando nosotros salimos también”.


Texto y foto: El Economista


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